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o no, era motivo para que ella tuviera problemas con ellos. Esa tarde me llamó a la casa. “Dile que estamos en guerra, “que ya no es mi amigo, es mi enemigo. “Así que si lo ves, dispárale.” Rivi y su gente estaban en esa zona. No iba a ser fácil, porque él era bueno. Si nos equivocamos, lo perdemos o nos asesina. Rivi, el conductor y otro pistolero iban en una camioneta. Yo iba a hacer los disparos. Tenía una M. Le digo al conductor: “Acércate, “de ventana a ventana, “y dispararé por la puerta”. Sabía que si abría la puerta en movimiento, él se daría cuenta. Conocía todos los trucos. Chucho abrió la puerta del garaje, salió hacia la calle y luego giró hacia la nacional . En la nacional había un semáforo a unos m de distancia. Teníamos mucho tiempo. Es por aquí donde debieron alcanzar a Chucho, ponerse en paralelo, yendo al oeste. Ellos a la izquierda, Chucho a la derecha. Tomé la ametralladora y le disparé a las ruedas intentando volarlas. Perdió el control del coche y casi choca con una pared, pero lo controló. Regresó al camino. En ese momento se acercaban a la nacional . Ahí estábamos, cerca de la luz roja. Había una gasolinera a la derecha. Al acercarse a la nacional Chucho corta por la gasolinera, van bastante rápido, se va al norte por la nacional , y allí pierde al tipo que le disparaba. Buscamos por todos lados, no lo vimos. Nos fuimos y dijimos: “Lo estropeamos”. Griselda me llama al día siguiente. Y dice: “Asesinaron a su hijo. “Estaba durmiendo en la parte trasera “y las balas atravesaron la cajuela “y le dieron en la cabeza”. Le dije que no lo vimos, porque de haberlo hecho jamás hubiéramos tocado ese coche. Me dijo: “Me pidió que te dijera “que te va a atrapar, porque te vio”. Le dije que estaba bien. Chucho era un fugitivo federal. Estaba envuelto en el tráfico y había una orden de arresto de la Agencia Antidrogas. Por esa razón no iba a denunciar el hecho a la policía. Regresó a su casa, puso al bebé en la bañera. La llenó de hielo así lo podía preservar toda la tarde. Él y su esposa pasaron toda la tarde llorando con el bebé en la bañera. Al día siguiente, llamaron a la policía para avisarnos dónde encontrar el cuerpo. Estas son las llamadas que Jesús hizo a la sala de quejas. “Por favor, acabo de dejar el cuerpo sin vida “del bebé que mataron ayer. “Disculpe, ayer unos bandidos “en una camioneta blanca “me dispararon con una ametralladora “y el niño estaba sentado y lo mataron “en la avenida Séptima y la calle . “El cuerpo del niño que mataron ayer, “los bandidos.” Esta es la mezquita donde dejaron el cuerpo de Johnnie Castro. Chucho buscaba la iglesia donde habían confirmado a Johnnie meses antes. No pudo encontrarla y esto fue lo mejor que consiguió. Encontró esta mezquita en el mismo barrio. El niño estaba envuelto en una sábana. Había tres rosas en sus manos. Una rosa por cada año de vida, y creo que un pasaporte. Aquí está. Sabía que necesitaban el pasaporte para probar quién era. Nació el de marzo de , así que tenía casi tres años… casi tres años. Nos dimos cuenta de que era colombiano por el pasaporte, etc. Llamamos al sargento Singleton, del CENTAC y a su gente. Sabíamos que era Griselda Blanco y su gente. Obtuvimos el nombre de Riverita, pero nada en concreto, ni siquiera una foto que diga: “Este es al que buscamos”. Nada de eso. No me acuerdo de otro caso donde mataran a un niño. Al pequeño Johnnie Castro lo mataron por estar cerca de su padre, un colombiano buscado por algunos de los Jinetes de la Cocaína. Yo era un policía novato. Hacía menos de un año que estaba allí y mi hijo tenía casi la misma edad entonces. La gente me pregunta si me molesta ver los cuerpos. Jamás, con excepción de este caso. Eso me pegó muy duro porque tenía hijos de esa edad. Era un bebé inocente, inocente. Griselda dijo: “Al carajo, “al menos le dimos”. Ni siquiera lo lamentaba. A ella… no le importaba nada. Aunque los colombianos eran salvajes en la manera en que hacían las cosas, ella las hacía de manera estúpida. Pero le molestaba a mucha gente, no solo en los EE UU, sino a la gente en Colombia. Todos decían que ella estaba fuera de control y que arruinaría el negocio de todos. Los Ochoa le dijeron que solo matara a los involucrados, y que evitara asesinar a inocentes. Lo único que recuerdo es que los colombianos querían que ella se mantuviera alejada de Miami. Recibió mucha presión de los demás. “Al carajo con ellos. “Aquí hago lo que quiero. “Si no les gusta, que me vengan a buscar.” Así nomás. Oía conversaciones en español con Rafa porque yo estaba en la casa. “¡Esa hija de puta! “¡Otra vez me hace lo mismo! ¿Ahora qué voy a hacer?” Sabía que él los llamaría a Colombia y les preguntaría qué debía hacer, pero esta mujer se salvaba siempre, porque debía haber muerto mucho tiempo antes, mucho antes. Y de vuelta al trabajo. Riverita… se convirtió en su sicario favorito. Como si fuera seguridad. Como si fuera el jefe de seguridad. Nadie sabía dónde vivía sino yo. Muchas de las reuniones eran en la casa de Rafa, de Max. De hecho, conocí a Max en su casa. Fui allí con Griselda. A partir de ahí, nunca me gustó. Le decía a Griselda que no confiara en el maldito. “No confío en él.” Le dije: “Si no te alejas, “él te meterá en la cárcel. “La próxima vez que lo vea, lo mato”. Pero él se lo contaba a Rafa y regresaban con hombres para asegurarse de que nada le pasase a Max. “Cuida a Max, es mi compadre.” “Al carajo con Max, voy a matar al maldito.” “¿Me vas a matar?”, me dijo. “No ahora, sí más tarde.” Había que respetar al tipo, porque vino amenazando, lleno de armas, con toda esa gente. Se trata de un tipo… cualquiera que entre con un séquito es alguien importante. No llamaba la atención, sabes. Tenía una casa en Palm Beach otra en San Agustín y dos en Chicago. Tenía muchos coches. Se los compraba a mis novias también. Mi esposa, un par de novias. En esta vida… hay que tener un par. Lo que quería, lo que me gustaba, lo veía en la calle y lo compraba. No tenía que preocuparme por el precio. No sé, tipo mundo del espectáculo… Ese tipo de cosa. Era un tipo atractivo, que hablaba inglés y tenía mucho carisma. Es una de
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